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Diagnóstico

Diagnóstico del Párkinson

El diagnóstico de la Enfermedad de Parkinson es puramente clínico y se basa en:

Este diagnóstico puede llegar a revestir una gran complejidad, principalmente en los primeros estadios de la enfermedad, cuando los síntomas que el paciente presenta pueden ser atribuidos a otros trastornos.
En algunos pacientes se solicitarán:

  1. Análisis de laboratorio
  2. Pruebas de imagen, como un escáner cerebral o una resonancia magnética. Las pruebas de imagen no aportan datos diagnósticos, pero permiten excluir otras causas de síndrome parkinsoniano, como hidrocefalias, tumores o lesiones vasculares.
  3. Exámenes neurofisiológicos, como el estudio de ciertos reflejos del tronco cerebral, el estudio del sistema nervioso autónomo o el estudio de la frecuencia y las características del temblor.

Establecer un diagnóstico diferencial entre la enfermedad de Parkinson y otras dolencias que cursan con parkinsonismo es fundamental para garantizar un tratamiento adecuado.

Actualmente, no existe ninguna prueba de laboratorio ni estudio radiológico que confirme de manera definitiva la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, algunas empresas de diagnósticos genéticos ofrecen tests de secuenciación de los genes SPARK1, SPARK2 y SPARK4, que están altamente relacionados con esta patología. Aunque estas pruebas pueden detectar mutaciones en dichos genes, no garantizan ni determinan el desarrollo futuro de la enfermedad en el individuo. Este tipo de pruebas genéticas están principalmente dirigidas a familias con alta incidencia de Parkinson, donde es común que los miembros compartan mutaciones específicas en estos genes SPARK.

Para descartar otros trastornos que puedan imitar los síntomas del Parkinson, como el hipotiroidismo, disfunción hepática o patologías autoinmunes, es habitual realizar analíticas sanguíneas. Además, se utilizan técnicas de imagen cerebral, como la resonancia magnética, la tomografía por emisión de positrones (PET) y la tomografía por emisión de fotón único (SPECT), que son herramientas clave para excluir otras dolencias como accidentes cerebrovasculares o tumores cerebrales que pueden generar síntomas similares al Parkinson.

Durante el proceso de diagnóstico, los médicos también pueden formular preguntas al paciente relacionadas con el consumo de sustancias, exposición a virus o toxinas medioambientales, para determinar si algún factor específico pudo desencadenar un parkinsonismo secundario. Asimismo, los facultativos observan la actividad muscular y los trastornos motores del paciente a lo largo del tiempo, ya que estos síntomas suelen hacerse más evidentes con el avance de la enfermedad.

Una de las herramientas diagnósticas más utilizadas es la prueba terapéutica con Levodopa, que consiste en administrar este fármaco (considerado el tratamiento principal para el Parkinson) durante al menos 30 días. Los especialistas observan de cerca la evolución del paciente para determinar si sus síntomas mejoran, lo que puede confirmar o descartar el diagnóstico de enfermedad de Parkinson.

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